Con el veto de Milei al régimen de movilidad jubilatorio y la consecuente represión a los jubilados que manifestaban frente al Congreso, la expectativa o la paciencia que todavía motivaban las acciones de gobierno cayeron abruptamente. Sumale el aumento de las tarifas y el transporte. El Índice de confianza en el gobierno que mide la Universidad Torcuato Di Tella, en septiembre tuvo una caída del 14,8% con respecto a agosto.
Con respecto a los jubilados, un tema socialmente sensible, la oposición parlamentaria hizo su juego político. La recomposición del haber aprobada en el Congreso, significa para los jubilados que hubieran ganado unas 20 lucas más. Sin embargo, el gobierno no estuvo dispuesto a hacer esa miserable concesión. Prefirió dar señales claras a “los mercados” de que está dispuesto a defender el equilibrio fiscal. Para sostener el veto, Milei tuvo que recurrir a las mismas mañas corruptas que supuestamente condena: la compra algunos votos radicales. Esos panqueques, despreciados por sus propias bases y amenazados de expulsión del seno del radicalismo, fueron ungidos como héroes por Milei y agasajados con el asado que le quitaron de la boca a los jubilados. Una aberración simbólica brutal que dolió entre los trabajadores y los pobres como si te hubieran sacado una muela sin anestesia. El “rey León” quedó desnudo. ¡Con la ayuda de la casta Milei ajustó a los jubilados!!
El veto a la ley de financiamiento educativo, efectuado a pocas horas de terminada la multitudinaria marcha, una provocación que pretende al mismo tiempo ser una demostración de fuerza, seguramente también va a aumentar la disconformidad social con el gobierno. Sin embargo, es muy probable que esta vez la oposición parlamentaria alcance para rechazar el veto. Si fuera así todos quedarían bien. Milei cumpliría con el capital financiero, demostrando firmeza para cuidar el equilibrio fiscal. Y la oposición radical-PRO recuperaría puntos en un sector social que es su base electoral directa, después de “quemarse” con el veto a los jubilados. Rechazar el veto no afectaría a las finanzas públicas, ya que, en el presupuesto presentado por Milei al Congreso, la universidad sólo tiene asignado la mitad de los fondos necesarios. Entonces, si el presupuesto es aprobado -y lo más probable es que lo sea-, Milei podría decir: «aprobaron una ley de financiamiento que no tiene fondos presupuestados, así que ahora que los rectores obtengan lo que falta cobrando aranceles». De todas maneras, Milei y Macri negocian para garantizar que no se rechace el veto. Por eso no se puede depositar la más mínima confianza en estas maniobras parlamentarias de los partidos de la oposición porque en el fondo todos están de acuerdo con el ajuste y las reformas estructurales, como quedó en claro cuando le votaron la Ley “Bases” y no hicieron nada para rechazar el DNU/70. La votación en contra de los K, tiene como finalidad recuperar el apoyo popular que perdieron en las últimas elecciones, pero como dijeron tanto Máximo Kirchner como CFK, a Milei hay que aguantarlo hasta que termine el mandato. La “resistencia” a sus políticas es solo para desgastarlo en función de las elecciones. Pero, por ahora, nadie quiere que la sangre llegue al río, nadie lo quiere voltear.
Mientras, el apoyo popular a Milei cae. Nunca logró movilizar masivamente a sus votantes. Pero para garantizar una asistencia que no alcanzó a llenar Parque Lezama, un lugar con capacidad disponible para cinco mil personas, sus adherentes tuvieron que ser “acarreados” con micros y con los mismos métodos punteriles que LLA le achacaba al kirchnerismo.
Los índices de pobreza e indigencia subieron de manera alarmante. Según los datos del Indec, en el último semestre, desde que Milei asumió el poder en diciembre pasado, la pobreza llegó a 52,9%, lo que representa un aumento de 11 puntos con respecto al segundo semestre del 2023, afectando a alrededor de 25 millones de personas. La indigencia legó al 18,1%, aumentando 6 puntos, abarcando a 8,5 millones. Una catástrofe social inaudita provocada por este gobierno y todos los antecesores.
Mientras tanto, siguen cerrando fábricas como la Dow Chemical (en cordón industrial de San Lorenzo, al norte de Rosario). El gobierno sigue recortando la salud pública, como lo pone de manifiesto el cierre del Hospital Laura Bonaparte especializado en adicciones y salud mental. Quiere privatizar empresas, como Aerolíneas Argentinas, para derrotar la lucha de sus trabajadores por aumento de salario. Firma convenios para darle la prioridad de la explotación del Litio y las mineras a EE-UU. Arregla con el Reino Unido (ahora se llama así Inglaterra) para que los kelpers tengan vuelos con escala en Córdoba. Y como dijo Milei en su discurso -plagiado- ante la ONU, Argentina está alineada en el bando beligerante EE-UU/Israel. No solo ante la guerra que ahora transcurre en Europa en la que Argentina está en el bando de la OTAN con Ucrania. Sino también en Medio Oriente con EE-UU/Israel contra el pueblo palestino. Líbano, Siria, Yemen e Irán. El sometimiento de Milei al imperialismo es total. Por eso nos quiere sacar hasta la última gota de sudor y sangre para pagar la deuda al FMI y a los acreedores internacionales.
Frente a las críticas, algunas que provienen de los mismos que lo llevaron al poder, el gobierno sigue pidiendo paciencia y que no les crean a los periodistas “ensobrados”. Pero no es por los medios que se guía la percepción politica de los trabajadores y el pueblo, sino por las cuestiones concretas de su vida cotidiana. El gobierno y su banda de tuiteros podrán argumentar que bajó el dólar y el riesgo país. Pero esas mejoras macroeconómicas son coyunturales. Están vinculadas al ingreso de dólares por el blanqueo de capitales y al “carry trade” que es una maniobra especulativa que hacen los fondos financieros internacionales. Ambas situaciones duran poco. Los dólares del blanqueo, así como vinieron, la mayoría se irán, cuando termine el plazo obligado para depositar. Y el carry trade, se corta con la próxima devaluación. Esas mejoras macroeconómicas son solo “pan” para los especuladores. Para los trabajadores no hay nada, solo pobreza y desocupación.
La economía capitalista semicolonial de nuestro país es como una frazada corta. Cuanto más baja el dólar es más facil controlar la inflación, pero al favorecerse las importaciones, la competencia extranjera arrasa con las industrias y deja cada vez más trabajadores en la calle. Asi y todo, la inflación mensual de Argentina es más alta o similar que la inflación anual de otros países. Y según anticipan -no ya los analistas económicos- sino los grandes fondos de inversión como Black Rock, que de esto saben, hacia fin de año tendría que haber una devaluación, que volvería a darle un nuevo impulso a la inflación. Como sea, si estás exigido al límite para sobrevivir, privándote de cosas elementales, podrás aguantar un tiempo a ver si las cosas mejoran. ¿Pero cuánto tiempo se puede estar con la cabeza bajo el agua sin respirar?
Por eso, la paciencia obrera y popular con este gobierno se empieza a terminar. Pero no se trata solo de los liberfachos de la LLA, no son solo Milei y su “jefe” Karina, o su oscuro asesor Santiago Caputo, o sus “colosos” ministros como Caputo o Sturzenneger. La paciencia ya se perdió también -y antes- con los demás partidos que dejan pasar el ajuste. Radicales, macristas, peronistas ortodoxos. Todos ya gobernaron y fueron rechazados en el 2001, cuando el pueblo levantado cantaba en Plaza de Mayo “que se vayan todos y no quede ni uno solo”. Volvieron a rechazarlos -pero sobre todo al kirchnerismo- en las pasadas elecciones, creyendo en una solución mágica traída por un “mesías” que venía desde afuera del sistema político a terminar con los corruptos de la casta. Creyeron que era “nueva” la receta neo-liberal, que es más vieja que la rueda. ¿Qué van a hacer los trabajadores, cuando terminen de darse cuenta que “esto” no va más? Pero “esto” no es solo el gobierno de Milei. “Esto” que no va más es el capitalismo, que según Cristina es el sistema más eficiente. Cristina es más capitalista que Rockefeller. Milei es más capitalista que Cristina. Pero para Milei, el gobierno kirchnerista era socialista. En todos sus discursos dice el problema que tiene el mundo es el socialismo “empobrecedor”. Milei cree que los demás son todos comunistas, hasta el Papa. Pero resulta que Milei y Cristina son solo dos caras de la misma moneda capitalista. El capitalismo “regulador” de Cristina terminó con un 30% de pobres. Y el capitalismo neo-liberal de Milei llevó la pobreza a 53%. En ambos gobiernos los capitalistas la levantaron con pala y los acreedores financieros cobraron intereses, mientras la deuda sigue creciendo.
Es que tanto los partidos de la casta, como Milei, que gobierna negociando con ellos mientras va empollando su casta propia, son los representantes de los grandes empresarios y el capital financiero imperialista. Los únicos que estamos fuera de la casta y que no somos sus aliados, sino que somos explotados por los empresarios y oprimidos por su casta política y la burocracia sindical, somos los trabajadores y el pueblo pobre. Si queremos cambiar en serio las cosas tenemos que organizar nuestro propio partido, un Partido de Trabajadores. Para luchar por nuestras reivindicaciones inmediatas, que solo se terminarán alcanzando cuando conquistemos el poder. Solo un Gobierno de Trabajadores puede garantizar pleno empleo con salarios dignos que partan de un piso que cubra la canasta familiar total ($1.500.000). Porque solo los trabajadores podemos expropiar a la burguesía y al imperialismo, para organizar la economía en función de los intereses de la mayoría del pueblo trabajador, al revés de como es ahora bajo el capitalismo en el que un puñado de empresarios y banqueros se llenan los bolsillos a costa de nuestro sacrificio. Acercate a La Causa Obrera en donde luchamos por estas ideas para conversarlas más a fondo, y organízate con nosotros para luchar por nuestras necesidades como trabajadores.
5/10/24