Hay golpes y golpes… El centrismo que se disfraza de trotskista, en el campo del “progresismo” burgués

Hace pocos días ocurrió, en el segundo intento, la destitución por el Congreso del hasta entonces presidente del Perú, Martín Vizcarra. En esta segunda ocasión se lo acusa de actos de corrupción previos a su gestión presidencial. Vizcarra fue acusado de haber recibido sobornos cuando era gobernador de la región de Moquegua, al sur del país, entre 2011 y 2014. ¡Y cuando no! Habría sido sobornado por Odebrecht.

Ante la destitución de Vizcarra y la consecuente crisis política, no sólo no llama la atención, sino que era lo esperable, que el grupo que dirige el PTS de Argentina, “Corriente Socialista de las y los Trabajadores «CST» de Perú”, levantara como eje su consigna estratégica para todo tiempo y lugar “Asamblea Constituyente Libre y Soberana”.

Tampoco llama la atención, pero sí es más evidente, que el grupo del PTS no diga nada aquí de la existencia de un “golpe de estado”, como sí repitió hasta el cansancio y sigue defendiendo que ocurrió en Brasil, degradado con el tiempo a “golpe institucional”. Pero en Perú, la maniobra de la oposición parlamentaria ni siquiera mereció esa calificación por parte de CST. 

Si se quiere en este caso, la acusación contra Vizcarra estuvo más “floja de papeles” que la acusación contra Dilma Rousseff en Brasil. La calificación de “incapacidad moral permanente” fue presentada en el Tribunal Constitucional para que este precise su alcance, sin que hasta ahora se haya pronunciado. Los actos de corrupción de los que se acusa a Vizcarra son anteriores a su presidencia y ni siquiera fueron juzgados, ni presentadas pruebas fehacientes. Con esto no defendemos para nada a Vizcarra. Lo que queremos explicar es que o bien la posición del MRT (partido de la corriente del PTS en Brasil) fue incorrecta, o para los partidos dirigidos por el PTS sólo se comete una infracción contra la democracia y contra el voto popular cuando el acusado de corrupción es un partido burgués de los que se autotitulan “progresistas” como el PT, aunque la propia Dima Rousseff estuviera aplicando una política de ajuste cuando fue destituida. 

El impeachment o el proceso de vacancia en el caso de Perú, o similares en otros países, es un mecanismo un ajuste de cuentas entre sectores de la burguesía. Las causas son más o menos ciertas, más o menos importantes, es lo de menos. Es un mecanismo que funciona cuando no se ha logrado establecer acuerdos entre los sectores de la burguesía y sus representantes en las distintas instituciones. Es un mecanismo bonapartista, pero constitucional, manejado más o menos con criterio discrecional -según convenga- por la oposición burguesa. Se sabe que para eso está la constitución. Los derechos para los trabajadores y el pueblo son simples adornos para engañar. O acaso ¿cuándo se cumple el derecho a la vivienda digna, o al trabajo, o a la salud, o a la educación? ¿Adónde esta la igualdad? La realidad es que la constitución sirve de marco legal a las relaciones entre los distintos sectores de la burguesía. Lo que determina esas relaciones es la fuerza de que disponga cada sector burgués, tanto económica, como política, contando en ello el respaldo de la clase trabajadora en las estructuras de producción, y popular en los barrios y las calles. 

Llamamos golpe a una quiebra del régimen democrático burgués que da lugar a la eliminación de las libertades democráticas, políticas, sindicales, etc. En general los golpes de estado son realizados por las FFAA que toman directamente el poder o colocan un presidente, pero directamente asentado en el poder militar, porque la burguesía no tiene otra forma de prohibir la actividad de los partidos políticos y de los sindicatos. Si de defender las libertades democráticas se trata, la libertad de organización y movilización de la clase trabajadora, nos oponemos a todo golpe de estado, sea impulsado por un sector u otro de la burguesía.

En Brasil, no ocurrió nada de eso, pero para el PTS y su grupo brasileño fue “un golpe”, llamado así, a secas, la mayoría de las veces.

En EE-UU, a cada rato se menciona la posibilidad de un golpe de estado por parte de Trump (que no controla las FFAA), pero cuando hubo un impeachment contra Trump por parte de los demócratas, todos los amanuenses del progresismo burgués chiflaron bajito y miraron para otro lado. Si no se animaron a caracterizar a Trump directamente de fascista, será porque Trump ganó en 2016 con los votos de la clase trabajadora industrial. Pero a esa voluntad popular expresada en votos pro-trump no valía la pena defenderlos.

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Si en las recientes elecciones el resultado hubiera sido al revés, y Trump estuviera ganando con los votos emitidos por correo, seguramente estarían denunciando a voz en cuello la existencia de un gran fraude de dimensiones americanas. Pero como el ganador es el candidato demócrata y la primera mujer vicepresidente, el voto por correo resulta ser un mecanismo totalmente válido y la máxima expresión de la democracia. Al punto que el grupo del PTS en EE-UU llamó a movilizarse para defenderlo, obviamente sabiendo que beneficiaba a Biden.

Otro tanto ha ocurrido en Bolivia. Allí ponen en primer lugar y con título catástrofe que el año pasado hubo un golpe contra Evo Morales, cuando fueron sus propios partidarios los que le pidieron que renuncie, porque ya no contaba con apoyo popular para sostenerse en el poder. 

Para cualquier régimen burgués, técnicamente, cuando las FFAA se niegan a obedecer las órdenes del ejecutivo, se produce una quiebra institucional, lo cual demuestra que son las FFAA el pilar principal del sostén del régimen burgués, tanto de su régimen político como en última instancia su régimen social. Es el poder militar el que sostiene el régimen burgués y no un montón de papeles encuadernados en un libro llamado Constitución. Cualquiera que haya visto un verdadero golpe debería haber aprendido esa simple lección política. En cambio, según el PTS y su CST peruana, el régimen político de Perú se apoya en la constitución de Fujimori, así como el régimen de Piñera se apoya en la constitución de Pinochet… y así podríamos seguir. Pero ¿cuánto hubiera durado Piñera sin los carabineros y las FFAA? ¿Adónde le habría metido el pueblo chileno a Piñera la constitución?

¿Adónde estuvo, por parte del PTS-Lor-ci, la defensa de la voluntad popular expresada en el referéndum de 2016, que se pronunció en contra de que Evo y Linera se postularan para un nuevo mandato? Esa voluntad popular violada por Evo, no era sólo la de la derecha, porque en ese caso el resultado del referéndum hubiera sido otro. Ya había amplias capas populares que querían que Evo-Linera dejaran el gobierno. En Bolivia poner el énfasis en que fue un golpe de la derecha lo que lo volteó a Evo solo sirve para lavarle la cara. Evo cayó por su propio peso, por falta de apoyo obrero campesino y popular, y también por falta de respaldo de las fuerzas represivas. El propio MAS reconoció luego la legalidad “institucional” del gobierno de Añez, mantuvo sus lugares parlamentarios y participó de los comicios recientes, organizados por ¿un gobierno de facto?, que le entrega nuevamente el poder al MAS al año. El MAS ganó ampliamente las elecciones, pero con otros candidatos, lo cual comprueba la corrección de nuestro análisis.

La realidad es que en todas estas posiciones hay una evidente y consecuente capitulación por parte del PTS y todos sus grupos nacionales, hacia los partidos burgueses y pequeñoburgueses populistas o progresistas, sobre todo cuando todavía tienen un importante apoyo popular. Es una capitulación oportunista, que nunca es reconocida en los papeles, pero no hace falta porque, como decía un profesor de matemáticas hace muchos años “salta a la vista”. 

Para el PTS y sus grupos, la voluntad popular se defiende según de quien se trate. Los argumentos varían. Pero el resultado es el mismo. Finalmente, el argumento principal es “no hacerle el juego a la derecha”, el mismo argumento que de palabra y en las elecciones rechazan en Argentina, pero porque acá tienen intereses políticos y materiales que defender: cargos parlamentarios y votos que son recompensados con fondos del Estado. En cambio, en cualquier otro país defienden en los hechos al “mal menor”. En algunas ocasiones llamando directamente a votarlo, como en Brasil por Haddad, o haciendo campaña casi exclusivamente contra una de las variantes burguesas, como en Bolivia o EE-UU, de manera que se pone en evidencia que para el PTS la otra opción burguesa sería un mal menor.

Es típico de las corrientes que provienen del trotskismo pero que van cayendo en la teoría revisionista de la revolución por etapas. Primero, hay que luchar por una revolución democrática contra los gobiernos bonapartistas, la derecha, el peligro del golpe, para imponer una democratización del Estado por medio de una reforma constitucional. Y es por eso que la consigna de Asamblea Constituyente es para el PTS y su corriente una estrategia para todo tiempo y lugar. Es la “revolución democrática” de Nahuel Moreno. Segundo, la revolución socialista quedaría para un futuro indeterminado…en los libros y las sesudas elaboraciones de los teóricos del PTS. En los hechos, no es más que la izquierda del régimen burgués.

Antonio Bórmida 16/11/20

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