Consumo, legalización y narcotráfico

La muerte de 4 jóvenes y otros tantos intoxicados en la fiesta electrónica en Costa Salguero, ha reabierto el debate acerca del consumo de drogas. Si bien la muerte se produjo por el consumo de drogas “ilegales” en este caso las denominadas “sintéticas”, el debate incluye a estas como a las “legales”, más precisamente al alcohol y a los ansiolíticos. 

El consumo de drogas (ilegales) abarca tres cuestiones que están íntimamente relacionadas, por un lado, un tema económico-político que es el narcotráfico, por otro un problema político-judicial, la despenalización por el consumo individual y en tercer lugar un tema político- programático que es la discusión acerca de la legalización. Nosotros queremos marcar las limitaciones de esta última planteando ¿por qué el sistema capitalista lleva a cada vez más jóvenes (trabajadores y estudiantes) a depender del consumo? Nos referimos no solo a las drogas ilegales, sino a las legales también.

Crecimiento en el consumo y sus efectos en el ser humano

De acuerdo a datos oficiales brindados por la SEDRONAR:  se observa en la Provincia de Buenos Aires durante el periodo 2001 y el 2011 un sostenido y notorio aumento en el consumo de drogas duras en estudiantes secundarios : El éxtasis creció un 1200%, la cocaína un 300% (es decir, hay tres veces más jóvenes que la consumieron), mientras que en los solventes e inhalantes el aumento fue de un 227%, la pasta base un 120% y la Marihuana un 100%. Si bien porcentualmente la marihuana presenta el menor crecimiento, continúa siendo la droga más consumida, más que triplicando al resto. El éxtasis es la droga que más creció en el consumo de los jóvenes estudiantes bonaerenses en una década. Pasó de ser la droga menos consumida en 2001 para estar en el cuarto lugar de consumo en ránking. Aproximadamente la mitad de los estudiantes bonaerenses que reconocen consumir drogas como marihuana, cocaína, paco o éxtasis dicen hacerlo de manera «ocasional», mientras que el 25% aproximadamente de estos mismos estudiantes declaran ser consumidores «frecuentes», es decir lo hacen diariamente o semanalmente. (Infobae 2014)

El doctor Carlos Damin, jefe de toxicología del hospital Fernández, dice que en este hospital se atienden alrededor de 30 mil y 40 mil casos de intoxicaciones durante el año. De esas consultas en muchos casos se llega a la internación y hasta la muerte. Se dan principalmente durante los fines de semana y en jóvenes de entre 16 y 35 años. 

De estos, el 50% de los “intoxicados” son por alcohol (sin incluir a los accidentes de tránsito donde la mayor tasa de muerte en Argentina se da por “alcohol al volante”). Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud: La Argentina está casi doblando la media mundial (6,3 Litros por persona por año).

En segundo lugar, por medicamentos de venta legal, principalmente por la automedicación de ansiolíticos. En la Argentina, el consumo de ansiolíticos creció más de 5% en 2013, y su uso es considerado abusivo por los especialistas. Marcelo Cetkovich, jefe de los departamentos del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, aseguró que más de tres millones de argentinos consumen ansiolíticos. Es una práctica que, con o sin recomendación médica, creció más de un 40% en los últimos diez años”. (Infobae)

Recién en tercer lugar aparecen las intoxicaciones por drogas ilegales, en este caso por cocaína. De las “ilegales” los intoxicados por marihuana, son muy pocos. De la cocaína son los que llevan a mayores casos de internación. El éxtasis y las sintéticas son pocas, pero son las que últimamente son la mayoría de casos de muerte, como los jóvenes de la fiesta de Costa Salguero, (por la mezcla con alcohol). 

Y la peor de todas que es el paco, crece exponencialmente y son consumidas principalmente por los jóvenes de los barrios más pobres. Cabe aclarar que el daño de esta sustancia es terrible, altamente nocivo y adictivo, produce un envejecimiento prematuro y una destrucción paulatina del sistema nervioso central. 

La conclusión es clara, todas estas sustancias son nocivas para la salud ya sea las legales (en el caso de los ansiolíticos se refiere al consumo que se hace de ellas) como las ilegales. Según Nora Wolkow (nieta de León Trotsky) una de las mejores y más reconocidas especialistas en el tema a nivel mundial en drogas, legales e ilegales, afirma que las mismas aumentan el nivel de dopamina en el cerebro, dando la sensación de placer, copia la forma en como nuestro cerebro produce esa sustancia cuando comemos, tenemos sexo, etc. Pero a diferencia de las necesidades fisiológicas, genera una cantidad de dopamina de manera abrupta, que en algunos casos (adictos) genera la sensación de querer seguir consumiéndolas.  

De las drogas ilegales mencionadas, solamente la marihuana es la que tiene alguna acción terapéutica utilizada en ciertos casos con pacientes de enfermedades terminales, y con prescripción médica. Pero el tipo de consumo que se hace con ella es casi exclusivamente en forma de “porro”, y todos los especialistas coinciden que usada de esta manera no tiene ningún efecto benéfico. Produce principalmente alteraciones en la conciencia, y también alteraciones hormonales, sexuales y en el aparato inmunológico. Además, a largo plazo, en personas que fuman durante varios años, produce deterioro cognitivo.  Es más, según Carlos Damin, está comprobado que hace tanto o más mal a la salud que el cigarrillo de tabaco. El cual por otro lado es el causante de muchísimas enfermedades respiratorias y cancerígenas, la diferencia con el cigarrillo de marihuana es que este último no está tan extendido su uso. 

Fines “recreativos” y adicciones 

Así como un trabajador cuando se toma una cerveza o unos vasos de vino en las comidas no se transforma en un alcohólico, lo mismo sucede con las drogas “ilegales”, pero tanto en un caso como en el otro cuando son de uso frecuente, son perjudiciales para la salud y producen una “alteración de la realidad”. 

En la mayor parte de las veces que se consumen las drogas, tienen un fin recreativo. Se calcula que solo un 5 o 6 % de los consumidores de drogas ilegales se transforma en un adicto. Hay varias condiciones que llevan a una persona a que se convierta en ello, pero todos los médicos coinciden en que “el entorno social” es el que en última instancia lo determina. Por eso la cuestión es que tanto en un caso como en otro el problema no son las drogas en sí mismas, sino en porqué ese consumo ha crecido tanto en los jóvenes de todas las clases sociales. 

Si en los 60´y 70´, algunos sectores de la clase media, consumían drogas “ilegales”, pretendiendo con esto algún fin “antisistema”, hoy día no tiene ningún “tinte de rebeldía”. Al revés, es la opresión del sistema capitalista y la alineación la que lleva a un crecimiento del consumo, y con ello a una creciente apología del “reviente” que se plantea como una “posible escapatoria” a la realidad. 

La diferencia es que esa “escapatoria de la realidad” es decir a la opresión y alienación, tiene diferentes niveles dependiendo de la clase social, y ahí se manifiesta la hipocresía de sectores de clase media, que hacen apología del consumo. 

Por un lado, en el caso de los jóvenes de los barrios populares, el paco es la droga más nefasta, (así como otras: pegamentos, aspiración de combustibles y un largo etc.) la mayoría de los jóvenes o niños que lo hacen según cuenta la estadística del Hospital Fernández habían pasado meses enteros viviendo en la calle sin ver a sus padres, “vamos a buscar a los padres de los chicos una vez que estos son internados, pero decimos: mejor dejemos ahí nomás, los padres están peor que los niños”

Por otro, los casos bien conocidos de como en algunas secciones de grandes empresas automotrices, se podían ver en los baños, las famosas “bolsitas” o “papelitos” de cocaína, “una ayuda” para aguantar los impresionantes ritmos de trabajo. 

Legalización y narcotráfico 

En una nota que escribimos en el LCO N° 19 planteábamos los vínculos existentes entre una burguesía lumpen vinculada al negocio del narcotráfico (y todo ese mundo delictivo que utiliza mano de obra sobrante para ser esclavizada) y la “economía formal” y como se “blanqueaba” el dinero que surge de este negocio a través de bancos o de diferentes fideicomisos. El caso del banco Wachovia Wells Fargo, que blanqueó fondos del narco mexicano, fue muy conocido. Por eso ya en esa nota planteábamos como consigna:  

  • Persecución y cárcel a la narco-burguesía y a sus cómplices políticos, jueces y fuerzas represivas vinculadas a estos negociados.
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Así como se produce una disputa por los mercados entre los diferentes estados imperialistas y detrás de ellos grandes trust y consorcios capitalistas, el negocio del narcotráfico es un lucrativo botín que no pueden dejar pasar así nomás tanto empresas farmacéuticas como diferentes laboratorios, (y más aún cuando la crisis económica se hace tan aguda). Por ejemplo: según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señaló en 2003 que las ganancias por esa actividad representaban más de 1% del (PIB) mundial; es decir, 320 mil millones de dólares. Una década después, la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD), publicó su Informe sobre el problema de las drogas en las Américas, según el cual el tráfico de marihuana genera ganancias anuales por 30 mil millones de dólares en mundo.

Es decir que lo que existe es una disputa por el mercado. Por un lado, ya existe un negocio fenomenal entre la narco-burguesía y los estados capitalistas que, de manera indirecta, sea a través de los impuestos que cobran a los bancos o por ejemplo el dinero que obtienen vía inversiones inmobiliarias que se financian del narcotráfico. (Ni hablar del dinero que los narcos depositan en las campañas políticas de los partidos patronales). Y por otro los grandes laboratorios y empresas farmacéuticas que ven en este lucrativo negocio una oportunidad. 

El caso de Uruguay es paradigmático. Ya que a principios de 2014 era noticia que se legalizaba el consumo de marihuana. Pero detrás de esta supuesta apertura “progresista” lo que había en realidad era un fenomenal negocio de Soros y Rockefeller (entre ambos reúnen una fortuna casi el 50% de lo que todo el Uruguay produce en un año) quienes habían hecho un acuerdo con el “progresista” gobierno de Mujica para llevar adelante su plan de regular la producción, venta y consumo de marihuana. «Venir a verlo a usted es para nosotros como cruzar el Rubicón, porque usted es el símbolo de una realidad, y nosotros siempre reconocemos las realidades», había dicho Mujica al “magnate” Soros. Y Biden el vicepresidente yanky, dijo que sentía «profundo respeto y admiración» por Mujica. «Biden dijo que no se lo decía por quedar bien y que el propio presidente Barack Obama había quedado impresionado con el mandatario uruguayo luego de conocerlo en Colombia». Diario el País, Montevideo. 

El Uruguay es en realidad utilizado como “conejillo de Indias” para observar cómo funciona la implementación del consumo legal, con la regulación y autorización por parte del Estado uruguayo a partir de la producción por parte de “privados” y su venta controlada en farmacias. El secretario de Salud uruguayo afirmaba que «El nuevo sistema va a traer más transparencia y se va a saber cuánto se fuma. Le va a dar seguridad al consumidor, que ya no va a tener que ir a una boca (de droga) para comprar. Se le va a quitar un ingreso millonario a los narcos».

La legalización resuelve en parte, el problema del “prospecto” pero no va al consumo como problema de fondo

Discutir sobre el éxtasis, el alcohol o la marihuana es como discutir sobre la fiebre del “paciente”, de lo que estamos hablando es de un mal social más profundo. Por eso tampoco se puede prohibir el consumo, porque no se puede prohibir la fiebre si no se ataca la enfermedad. La prohibición es una hipocresía y una doble moral del sistema capitalista. Que por un lado prohíbe el consumo de cocaína y marihuana, y al mismo tiempo permite el negocio y la apología del consumo del alcohol y además deja correr el de ansiolíticos.

  • Por eso planteamos despenalización del consumo individual.

O sea que el problema de fondo no se trata de que si tal o cual droga ya sea legal o ilegal, hace tal o cual efecto, o si es peor o mejor que otras, el problema es la opresión y alienación del sistema capitalista. Si no existiera el capitalismo, existiría un consumo moderado “social” de estos como “desinhibidores” para facilitar la sociabilidad entre los seres humanos. Pero el planteo que hace por ejemplo el PTS del “consumo responsable” sin decir que bajo el capitalismo no es posible ningún “discernir libremente”, es una concesión a la clase media que hace apología del consumo.

La legalización puede resolver el tema del “prospecto” es decir “saber que se está consumiendo”, pero para nada resuelve el problema de salud y menos que menos el problema de alienación y opresión que tiene como trasfondo el consumo. Eliminaría el narcotráfico, pero no la industria como tal, ya que las ganancias pasarían a ser parte de las grandes industrias farmacéuticas. Por eso en realidad es una política que planteada como una consigna “democrática radical”, hace de quintacolumna a las grandes corporaciones que ven en esta legalización la apertura de un negocio fenomenal. El PTS dice: “legalización de todas las drogas” (¿del paco también?), pero el alcohol y los ansiolíticos (de la manera que son usadas) son también sustancias toxicas, es decir drogas, y son los principales causantes de muertes por intoxicación en Argentina y en el mundo. Y son legales. O sea que plantear la legalización como consigna de máxima es en última instancia comprar “el pescado podrido” de Soros y Rockefeller y el “progre” de Mujica. 

La legalización de las sustancias “ilegales” resolvería por lo menos en parte el problema del “prospecto”. De última los jóvenes de la fiesta en Costa Salguero podrían haber salvado su vida de saber qué iban a consumir. Por eso decimos: prohibición de la venta ilegal, monopolio estatal de la producción y venta bajo control de una comisión independiente de trabajadores de la salud. 

Sin embargo, sabemos perfectamente que detrás de la legalización hay una disputa de un sector del imperialismo que quiere quedarse con el lucrativo negocio que maneja la narco-burguesía. Pero el negocio de las drogas tiene un fin mucho más perverso por parte del imperialismo y del conjunto de las burguesías: atentar contra, en palabras de Trotsky: el fresco entusiasmo y el espíritu de ofensiva de lucha de la juventud. 

Es por eso que nosotros le decimos a la vanguardia de la juventud trabajadora y estudiantil las palabras clarísimas de Lenin en una entrevista realizada por Clara Zetkin en 1924: 

“Me inquieta mucho el porvenir de la juventud. Es un fragmento de la revolución. Y si apuntan fenómenos nocivos que entran al mundo de la revolución arrastrándose desde el mundo de la sociedad burguesa —como las raíces de esas plantas parásitas, que se arrastran y se extienden a grandes distancias—, es mejor darles la batalla cuanto antes” … “la revolución exige concentración, exaltación de fuerzas. De las masas y de los individuos. No tolera esas vidas orgiásticas propias de los héroes y las heroínas decadentes de un D’Annuzio. El desenfreno de la vida sexual es un fenómeno burgués, un signo de decadencia. El proletariado es una clase ascensional. No necesita embriagarse, ni como narcótico ni como estímulo. Ni la embriaguez de la exaltación sexual ni la embriaguez por el alcohol. No debe ni puede olvidarse, ni olvidar lo abominable, lo sucio, lo salvaje que es el capitalismo. Su situación de clase y el ideal comunista son los mejores estímulos que pueden impulsarle a la lucha. Necesita claridad, claridad y siempre claridad. Por tanto, lo repito, nada de debilitarse, de derrochar, de destruir sus fuerzas. El que sabe dominarse y disciplinarse no es un esclavo, ni aun en amor” … 

Remo. 

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