A 103 años de la revolución Rusa

El triunfo revolucionario más grande de la clase obrera

(Nota perteneciente a manifiesto internacional N° 4, PCO-CSR TOPO OBRERO-FSR)

La revolución de octubre de 1917 constituye el triunfo revolucionario más grande protagonizado por la clase trabajadora en toda su historia. Por primera vez, dirigida por su vanguardia conciente, el partido bolchevique, había podido mantener el poder del Estado, expropiando a la burguesía y planificando la economía, defenderse del imperialismo en la guerra civil y posteriormente organizar la III Internacional para luchar por la Revolución Internacional, superando así la experiencia de la Comuna de París de 1871. Por este motivo desde el PCO siempre nos referenciamos en su legado.

En esta ocasión tratamos de explicar lo más brevemente posible, que cuando la Unión Soviética dejó de existir a principios de los años 90 del siglo pasado, lo que cayó no fue el comunismo sino el stalinismo. Y que este desenlace, de no mediar una revolución política que derrocara a la casta burocrática stalinista, ya había sido previsto por León Trotsky antes de la Segunda Guerra Mundial. Además, queremos discutir por qué la degeneración llegó, no solo al Estado y a los soviets, sino al partido más revolucionario de la historia, es decir, el bolchevique. 

Las causas de la revolución 

El capitalismo luego de haber pasado por su fase inferior libre-cambista, ingresa a fines del siglo XIX en su época monopólica, es decir en la fase imperialista.  Al momento de la primera guerra, los principales países centrales se habían repartido el mundo. Las relaciones sociales de producción capitalistas para principios de siglo XX estaban completamente extendidas a nivel mundial, pero la apropiación de esos beneficios por parte de los estados imperialistas más viejos, a partir del reparto entre ellos de las colonias y semi-colonias no se correspondía con las nuevas relaciones de fuerzas a partir del surgimiento de nuevas potencias, las que reclamaban que había que “repartir de nuevo”. 

“La guerra europea, preparada durante decenios por los gobiernos y los partidos burgueses de todos los países, se ha desencadenado. El aumento de los armamentos, la exacerbación extrema de la lucha por los mercados en la época de la novísima fase, la fase imperialista, de desarrollo del capitalismo en los países avanzados y los intereses dinásticos de las monarquías más atrasadas, las de Europa Oriental, debían conducir inevitablemente y han conducido a esta guerra. Anexionar tierras y sojuzgar naciones extranjeras, arruinar a la nación competidora, saquear sus riquezas, desviar la atención de las masas trabajadoras de las crisis políticas internas de Rusia, Alemania, Inglaterra y demás países, desunir y embaucar a los obreros con la propaganda nacionalista y exterminar su vanguardia a fin de debilitar el movimiento revolucionario del proletariado: he ahí el único contenido real, el significado y el sentido de la guerra presente.” (La Socialdemocracia y la guerra, Lenin 1915)

Las viejas potencias de Europa, Inglaterra y Francia tenían el dominio casi absoluto en esta “torta” en Asia y África, pero rivalizaban con Alemania, que había llegado tarde “al reparto del botín”, y siendo el imperialismo capitalista de mayor dinámica, casi no tenía colonias. En el año 1913 se produce la primera gran crisis del capitalismo monopolista y los Estados van a dirimir esas contradicciones un año más tarde en la Gran Guerra. 

Las crisis son inherentes a la propia lógica interna del funcionamiento capitalista, pero ahora en la época de los monopolios, al llegar a un callejón sin salida, sólo podrán  resolverse a través de la guerra de rapiña imperialista. En esta época, las crisis generan guerras y las guerras generan revoluciones. Fue por eso que la Revolución rusa tuvo lugar en el momento más crítico de la primera Guerra Mundial y fue consecuencia de las contradicciones del capitalismo. 

La toma del Poder

El 7 de noviembre (25 de octubre según el viejo calendario juliano ruso, de allí que se la conozca como la Revolución de Octubre), la clase obrera de Petrogrado, en ese entonces capital de Rusia, tomaba el poder encabezada por el partido Bolchevique. La insurrección fue organizada por el Comité Militar Revolucionario del Soviet de obreros, soldados y campesinos, dirigido por León Trotsky que en mayo había ingresado al Partido Bolchevique.

Con esa acción revolucionaria la clase obrera mundial había llegado a la cúspide de su ascenso histórico, luego de años de preparación, organización y “ensayos”. El desarrollo de la clase obrera, de su conciencia política y su organización independiente no fue fácil ni lineal. Pero en su ascenso como sujeto revolucionario, las duras derrotas no eran un factor de desmoralización, sino de aprendizaje; de ellas se extraían enseñanzas para la siguiente batalla.

La clase obrera avanzaba en sus luchas y en la organización de su propio partido, independiente de la burguesía. El marxismo (la teoría del socialismo científico) se fue afianzando en la vanguardia de la clase obrera. Había triunfado por sobre todas las teorías  del socialismo utópico y -después de las lecciones de la Comuna de París- sobre todas las ideologías del socialismo pequeño burgués, sobre el anarquismo proudhonista o bakuninista.

El POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, así se llamaba el Partido Comunista-Bolchevique- antes de la toma del poder), se formó en Rusia en ese pico del ascenso del marxismo en el seno de la clase obrera europea. Pero a diferencia de los demás partidos de la Europa occidental, la socialdemocracia rusa se organizó bajo la represión del régimen zarista. La represión zarista y los padecimientos a causa de la guerra ruso-japonesa de 1905 encendieron el primer estallido revolucionario. 

Lenin consideraba a la revolución rusa de 1905 como el ensayo general revolucionario que permitió preparar la revolución de 1917. De la experiencia de la Comuna, Lenin retomaba las lecciones teóricas y de estrategia que había señalado Marx y bajo esa luz analizaba la revolución del ’05, y se preparaba teóricamente para la próxima revolución. 

Aunque Lenin había caracterizado el inicio de una nueva época o fase del capitalismo, la época imperialista, y determinado que estaría atravesada por crisis, guerras y revoluciones, la revolución de febrero del 17 fue en gran medida imprevista. Pero enseguida, aun desde lejos, en el exilio, Lenin sintonizó con esa “corriente eléctrica” que circulaba entre las masas y particularmente en la vanguardia obrera de la barriada de Viborg. Sin teoría revolucionaria, no hay programa ni partido revolucionario. Sus preparativos teóricos le sirvieron para resolver sus incógnitas algebraicas. El esqueleto revolucionario se completó con la carne y la sangre de febrero, empezó a tomar cuerpo y cobró vida en las Tesis de Abril. Mientras los “viejos bolcheviques” Stalin y Kamenev seguían atados a los esquemas previos, Lenin y Trotsky coincidían en que, las demandas que impulsaron a las masas a la revolución, las tareas democráticas que la propia burguesía era incapaz de resolver, sólo se podrían cumplir mediante la vía revolucionaria y con el proletariado en el poder como clase dirigente, es decir, sólo mediante la dictadura del proletariado, y con ello se abriría el camino a las transformaciones de la transición al socialismo. 

Con la Revolución Octubre, la clase obrera apoyada en el campesinado pobre alcanzó el poder y empezó a construir un Estado Obrero. Los soviets (organización de delegados obreros elegidos en las fábricas) pasaron de ser organizaciones de lucha en la revolución del ’05, y de un semipoder (o doble poder) que dirigidos por los partidos conciliadores sostenían el poder de la burguesía, a las instituciones democráticas del Estado Obrero. Solo bajo la dirección del Partido Bolchevique, los Soviets (integrado con delegados de los obreros, los soldados y los campesinos) cumplieron un papel revolucionario. Con la clase obrera en el poder dirigida por el Partido marxista revolucionario se empezó a cumplir el programa de transición al socialismo: del control obrero se pasó a la expropiación de la gran industria, se nacionalizaron las tierras, se puso fin a la guerra, las mujeres conquistaron derechos reales, se dejó de pagar la deuda externa, etc.

La guerra civil después de la toma del poder

Inmediatamente la contrarrevolución se armó contra el poder de los obreros y campesinos. Hubo 3 años de guerra civil. El Ejército Rojo organizado por Trotsky a partir de la vanguardia obrera, triunfó contra los ejércitos organizados por 14 países imperialistas. En medio de la guerra civil, Lenin organizó –con eje en el Partido Comunista (Bolchevique)- la III Internacional, la Internacional Comunista, dado que la II Internacional socialdemócrata había capitulado a la burguesía imperialista ni bien comenzada la Primera Guerra Mundial. 

La Rusia soviética, no sin grandes pérdidas y penurias sobrevivió a la guerra civil, pero aislada por la derrota de las revoluciones en Europa Occidental -en particular la derrota de la revolución alemana-, lo cual provocó un retroceso de la revolución, que la llevó a replegarse sobre sí misma y a evidenciar los primeros síntomas de burocratización. Como dice Trotsky, la burocratización del régimen soviético no fue una cuestión técnica o de organización, sino que fue el resultado de un proceso social y el comienzo de la degeneración del Estado Obrero. 

Durante la década del 20 y 30

Luego de la muerte de Lenin en 1924, la burocracia stalinista logró enquistarse en el poder, aunque ya el proceso de burocratización del partido venía de antes. Fue por eso que en 1923 Trotsky había organizado la Oposición de Izquierda:

“Las «masas gigantescas» que, según Lenin, deciden los desenlaces de la lucha, estaban cansadas por las privaciones propias del país y por una espera demasiado prolongada de la revolución mundial. Las masas perdieron la energía. La burocracia adquirió ventajas. Dominó a la vanguardia proletaria, pisoteó el marxismo, prostituyó al partido bolchevique. El stalinismo resultó victorioso. Bajo la forma de oposición de izquierda, el bolchevismo rompió con la burocracia soviética y con su Comintern. Tal es la verdadera marcha de la evolución.” (Bolchevismo y Stalinismo)

Con la política del “socialismo en un solo país” el stalinismo pretendía mantener sus privilegios como casta burocrática parasitando al Estado Obrero recientemente constituido. Impuso un régimen de persecución a la vanguardia de la clase trabajadora y a la izquierda del partido, al interior de la propia Unión Soviética. Como dice Trotsky:  

“Así, la actual dominación de Stalin no se parece en nada al gobierno soviético de los primeros años de  la revolución. El reemplazo de un régimen por otro no se dio de golpe sino a través de una serie de medidas, de pequeñas guerras civiles de la burocracia contra la vanguardia obrera.”(El estado obrero, termidor y bonapartismo)

Extendió esta persecución incluso al interior mismo de la III Internacional (Cominter). A su vez, usufructuando el prestigio del Partido Bolchevique que dirigió la revolución de Octubre, fue traicionando cuanto proceso revolucionario se estuviera desarrollando en el mundo.

Desde el comienzo mismo de las primeras revoluciones protagonizadas por la clase obrera que se produjeron en China en 1925 y 1927, el stalinismo le ordenó al recién fundado PC chino, que entrara en el partido de la burguesía nacional, el Kuomintang -dirigido por Chang Kai Shek- en vez de levantar una política de independencia de clase. Esta línea oportunista terminó con el fusilamiento de miles de obreros y campesinos comunistas a manos de las mismas fuerzas de Chan Kai Shek. Tomando como experiencia la revolución China, donde la clase obrera -siendo todavía menos numerosa que en Rusia en el 1917-, había podido acaudillar a las masas campesinas, Trotsky vio confirmada las tesis de la Revolución Permanente transformándola así en teoría general. 

“Con respecto a los países de desarrollo burgués retrasado, y en particular de los coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la resolución íntegra y efectiva de sus fines democráticos y de su emancipación nacional tan sólo puede concebirse por medio de la dictadura del proletariado, empuñando éste el poder como caudillo de la nación oprimida y, ante todo, de sus masas campesinas…por grande que sea el papel revolucionario de los campesinos, no puede ser nunca autónomo ni, con mayor motivo, dirigente. El campesino sigue al obrero o al burgués. Esto significa que la «dictadura democrática del proletariado y de los campesinos» sólo es concebible como dictadura del proletariado arrastrando tras de sí a las masas campesinas.” (Tesis, La Revolución Permanente, Trotsky)

Por esos mismos años el stalinismo planteó la política del Comité anglo-ruso, una alianza entre los sindicatos rusos y el Consejo General de los sindicatos ingleses -o sea la burocracia sindical- tratando de compensar “por arriba” la debilidad del PC inglés. Stalin seguía manteniendo un acuerdo con la burocracia sindical inglesa cuando ésta estaba traicionando una huelga general. Esto significó una dura derrota para la clase obrera británica y a su vez un enorme desprestigio para el joven PC inglés, el cual nunca más va a lograr reponerse de semejante derrota. 

A partir de 1928, con el denominado Tercer Período, la táctica de la III Internacional estuvo marcada por el ultraizquierdismo, el aventurerismo, los sindicatos “rojos” y la oposición al frente único, lo que llevó a desarmar políticamente a la vanguardia de la clase obrera para enfrentar el surgimiento del nazismo. En Alemania, la III Internacional prácticamente no hizo nada para detener el avance Hitler. A partir de la catástrofe que significó para la clase obrera internacional el triunfo del nazismo sin que el Partido Comunista hubiera presentado batalla y de que ninguna de las secciones nacionales reaccionó ante ese hecho, es que Trotsky saca la conclusión que la III Internacional era un “cadáver maloliente” igual que la socialdemocracia de la II Internacional y entonces, a partir de ese momento, empieza a levantar la necesidad de construir una IV Internacional

Después de la tremenda derrota que significó el ascenso de Hitler y sin mediar ningún balance la III Internacional de Stalin, dio uno de sus virajes característicos, cambió su orientación hacia la política del Frente Popular, es decir, de acuerdo permanente con la burguesía y los partidos de la II Internacional. 

Antes de la derrota en Alemania, Trotsky caracterizaba así al stalinismo: “La burocracia soviética, “bolchevique” por sus tradiciones -aunque en realidad renunció a éstas hace mucho tiempo-, pequeñoburguesa por su composición y su espíritu, tuvo que regular el antagonismo entre el proletariado y el campesinado, entre el estado obrero y el imperialismo mundial; ésta es la base social del centrismo burocrático, de sus zigzags, de su poder, su debilidad y su influencia tan fatal sobre el movimiento proletario mundial”. (El estado obrero, termidor y bonapartismo)

Posteriormente a partir de la derrota en Alemania, Trotsky la caracteriza como una burocracia bonapartista reaccionaria al interior de la URSS con una política internacional contrarrevolucionaria.

El stalinismo, pasó de renegar de la táctica del Frente Único Obrero con el Partido Socialdemócrata alemán porque lo consideraba “social-fascista”, a ser parte de frentes populares con el Partido Socialista y los partidos de la burguesía, en el caso de Francia con el partido Radical y en España con la “sombra de la burguesía”, es decir, siendo parte de un gobierno con sectores marginales de la burguesía*, cuya política no rompía con el capitalismo y la propiedad privada. Este nuevo periodo tuvo un desenlace desastroso para la clase trabajadora: en Francia desvió el proceso revolucionario y en España, junto con los anarquistas –y también con los centristas del POUM- llevó a la clase obrera a la derrota a manos del franquismo. 

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“El paso definitivo de la I.C. hacia el lado del orden burgués, su papel cínicamente contra-revolucionario en el mundo entero, particularmente en España, en Francia, en Estados Unidos y en los otros países “democráticos”, ha creado extraordinarias dificultades suplementarias al proletariado mundial. Bajo el signo de la revolución de octubre, la política conservadora de los “Frentes Populares” conduce a la clase obrera a la impotencia y abre el camino al fascismo.” (Programa de Transición

La segunda posguerra

Para el año 1939 el stalinismo estableció el denominado pacto Molotov-Von Ribbentrop, es decir un acuerdo de coexistencia pacífica con Hitler que consistía en que, si se declaraba la guerra, no se produciría un enfrentamiento militar entre Alemania y la URSS. Como es sabido Hitler rompió ese acuerdo y en 1941 invadió la Unión Soviética. Pero luego de un avance demoledor de los nazis, el Ejército Rojo logró derrotarlo en la batalla de Stalingrado en 1943, empezando una contraofensiva que culminó con el triunfo del Estado Obrero sobre el nazismo (que fue el factor decisivo que puso fin a la guerra mundial). A partir de ese momento, el prestigio de Stalin y de todo el PC de la URSS sobre la clase obrera a nivel mundial pasó a ser indiscutible. 

En todo el avance del Ejército Rojo hacia Alemania iba expropiando a la burguesía de los países del este de Europa. Esto confirmaba el razonamiento de Trotsky: la naturaleza de clase del estado es determinada no por sus formas políticas, sino por su contenido social, es decir, “por el carácter de las formas de propiedad y las relaciones productivas que dicho estado guarda y defiende”. Trotsky -hasta su asesinato a manos de un agente stalinista- mantuvo la posición de que la URSS seguía siendo un estado obrero, aún después de la contrarrevolución stalinista, en el sentido de que la burocracia soviética se veía obligada a defender las relaciones de propiedad surgidas de la Revolución de Octubre contra el imperialismo.

Pero el stalinismo no tuvo en ningún momento el interés de extender la revolución socialista, todo lo contrario, de lo que se trataba era de defender la fuente de sus privilegios como casta burocrática. Por eso fue que en los acuerdos de Yalta y Postdam con las potencias imperialistas a la salida de guerra, Stalin, entregó Francia e Italia a la “esfera de influencia del imperialismo” cuando en ambos países el proletariado había logrado expulsar al nazismo, y la toma del poder en esos países era una cuestión de decisión política en manos de Stalin. 

“La presión del imperialismo sobre la Unión Soviética tiene como objetivo el cambio de naturaleza de la sociedad. La lucha, hoy pacífica, mañana militar, concierne a las formas de la propiedad. En su calidad de mecanismo transmisor en esta lucha, la burocracia se apoya ya en el proletariado contra el imperialismo, ya en el imperialismo contra el proletariado, con el fin de aumentar su propio poder.” (El estado obrero, termidor y bonapartismo

Los acuerdos de coexistencia pacífica entre el stalinismo y el imperialismo, y al mismo tiempo una etapa de “guerra fría”, de polarización y disputa del espacio internacional entre ambos, significaron un equilibrio de fuerzas entre el imperialismo y la burocracia soviética que permitió que el triunfo de una serie de revoluciones en la periferia de la parte del mundo controlada por las potencias imperialistas llegara hasta la expropiación de la burguesía. En esos países se instauraron Estados Obreros burocráticamente deformados como China en 1949, Corea del Norte 1955, Cuba en 1959, y más tarde en 1975 Vietnam, paralelamente al ascenso del nacionalismo burgués en varios países semicoloniales, y al triunfo de la revolución anticolonial en otros. Mientras que, en los países centrales se establecía una etapa reformista caracterizada por el boom económico mundial y el establecimiento del llamado “estado de bienestar” en Europa occidental.

Como consecuencia de la crisis de los 70 (cuando se terminó el “boom” de postguerra) y comenzó la ofensiva imperialista llamada “neoliberal”, en la URSS empezó un proceso de descomposición económica (socavada paralelamente con la carrera armamentística a la que era obligada por EE-UU) confirmando lo que había planteado Trotsky 50 años antes:

“Sin la victoria más o menos rápida del proletariado de los países adelantados el Estado obrero no podría  mantenerse en Rusia. El régimen soviético abandonado a sus propias fuerzas, caerá  o degenerará. Más exactamente: primero degenerará y luego caerá  rápidamente. Todo se reduce a una sola cosa: sin revolución en Occidente el bolchevismo será liquidado por la contrarrevolución interna; por la intervención extranjera, o por su combinación”. (Bolchevismo y Stalinismo)

La burocracia stalinista, guardaba y defendía, pero a la vez socavaba las bases materiales del Estado Obrero, su economía nacionalizada. Y al mismo tiempo que frenaba y traicionaba la revolución, en el plano internacional oprimía como aparato burocrático central a los estados deformados de Europa del Este, en los cuales tuvo que sofocar con sus tanques varios levantamientos obreros (Alemania del Este en 1953, Hungría en el ’56, Checoslovaquia ‘68 y Polonia en el ’80) que eran el inicio de la revolución política. Con ello también socavaba la esperanza que había despertado en la clase trabajadora mundial en sus primeros años, que se mantenía todavía en los años de Stalin tras el triunfo contra el nazismo, y por el gran desarrollo económico que llevó a la URSS a ser la segunda potencia mundial. Es decir, particularmente a partir de los años 80, no sólo declinaba su economía, también ya se había debilitado su influencia política internacional. 

El problema de fondo de la política del stalinismo fue que no sólo no impulsaba la revolución socialista internacional, sino que la traicionaba para mantener la coexistencia pacífica con el imperialismo, creyendo que una economía nacionalizada aislada podría sobrevivir y desarrollarse. Pero cuando Trotsky luchaba contra la antimarxista teoría del “socialismo en un solo país”, no lo hacía por una cuestión de “internacionalismo abstracto”, sino porque se basada en un principio fundamental de la ciencia marxista:

“El marxismo parte del concepto de la economía mundial, no como una amalgama de partículas nacionales, sino como una potente realidad con vida propia, creada por la división internacional del trabajo y el mercado mundial, que impera en los tiempos que corremos sobre los mercados nacionales. Las fuerzas productivas de la sociedad capitalista rebasan desde hace mucho tiempo las fronteras nacionales. La guerra imperialista fue una de las manifestaciones de este hecho. 

La sociedad socialista ha de representar ya de por sí, desde el punto de vista de la técnica de la producción, una etapa de progreso respecto al capitalismo. Proponerse por fin la edificación de una sociedad socialista nacional y cerrada, equivaldría, a pesar de todos los éxitos temporales, a retrotraer las fuerzas productivas deteniendo incluso la marcha del capitalismo. Intentar, a despecho de las condiciones geográficas, culturales e históricas del desarrollo del país, que forma parte de la colectividad mundial, realizar la proporcionalidad intrínseca de todas las ramas de la economía en los mercados nacionales, equivaldría a perseguir una utopía reaccionaria… 

En ese mismo sentido continúa Trotsky:

“Las agudas crisis de la economía soviética vienen a recordarnos que las fuerzas productivas creadas por el capitalismo, no se adaptan al mercado nacional, y que sólo pueden armonizarse y reglamentarse desde un punto de vista socialista en el terreno internacional. Para decirlo en otros términos, esas crisis no son sólo dolencias propias del proceso de crecimiento, algo así como las enfermedades infantiles, sino que tienen un carácter incomparablemente más importante, pues son otros tantos tirones vigorosos del mercado internacional, al cual -empleando las palabras pronunciadas por Lenin ante el XI Congreso del partido, el 27 de marzo de 1922- estamos subordinados, con el cual estamos unidos, del cual no podemos separarnos” (Prólogo de la Revolución Permanente)

La contradicción entre el aparato bonapartista pequeñoburgués reaccionario y la estructura social obrera del Estado, implicaba un conflicto “temporal” (independientemente que haya sido relativamente prolongado) entre la economía nacionalizada y el Estado, conflicto que debería ser resuelto por la revolución política o por la contrarrevolución burguesa. 

La URSS, corrompida por la burocratización, finalmente se desmembró lo mismo que todos los países del Este Europeo (como habían previsto Lenin y Trotsky) en los años 90, y cayó tan frágil y pesadamente como en su momento había caído el zarismo, dando lugar al triunfo de la contrarrevolución, dirigida por la propia burocracia en alianza con el imperialismo, que restauró el capitalismo. 

La herencia del partido bolchevique

Lenin y Trotsky eran plenamente conscientes de que sin el triunfo de la revolución en la Europa Occidental, especialmente en Alemania, sería imposible avanzar al socialismo y tarde o temprano la Rusia de los Soviets caería. Para el triunfo de la revolución, las crisis y las guerras propias e inevitables de la época imperialista del capitalismo, se encargan de crear las condiciones objetivas: la miseria extrema, el endurecimiento de la explotación, la muerte en vano. De las condiciones subjetivas necesarias, la más importante y la más difícil de forjar, resultó ser el partido marxista revolucionario. La inmadurez revolucionaria de los partidos que rompían con la socialdemocracia y recién se integraban a la III Internacional, fue el factor decisivo que frustró el triunfo de las revoluciones en Europa.

Cuando le preguntaban a Trotsky si el bolchevismo era responsable del stalinismo respondía que era un error identificar el bolchevismo, la Revolución de Octubre, la Unión Soviética como una sola cosa. Porque para él no se puede identificar “el proceso histórico, que consiste en la lucha de fuerzas hostiles con una evolución abstracta del bolchevismo”. 

Como dice Trotsky, “la conquista del poder, por muy importante que sea, no convierte al partido en el dueño todopoderoso del proceso histórico. Ciertamente, después de haberse apoderado del aparato del Estado, el partido tiene la posibilidad de influenciar con una fuerza sin precedentes, en el desarrollo de la sociedad, pero en cambio es sometido a una acción múltiple por parte de todos los otros elementos de esta sociedad. Puede ser arrojado del poder por los golpes directos de las fuerzas hostiles. Con el ritmo más lento de la evolución, puede degenerar interiormente, aunque se mantenga en el poder. Es precisamente esta dialéctica del proceso histórico, la que no comprenden los razonadores sectarios que tratan de encontrar un argumento definitivo contra el bolchevismo, en la putrefacción de la burocracia Stalinista. En el fondo esos señores dicen: «un Partido revolucionario es malo cuando no lleva en sí mismo garantías contra su degeneración» (Bolchevismo y Stalinismo). 

La IV Internacional después de la guerra

Las derrotas de la clase obrera provocadas por las traiciones del stalinismo a la revolución internacional, profundizaron el aislamiento y la crisis de la IV Internacional, surgida para enfrentar al imperialismo y a la burocracia stalinista. El asesinato de Trotsky fue un duro golpe para una Internacional recién fundada y con una dirección tan débil, que dependía todavía de la guía del dirigente de la Revolución de Octubre. Tras un breve período en el que la IV mantuvo la defensa de los principios, empezó a abandonar su carácter revolucionario.

¿A qué se debió el desbarranque de las principales corrientes que se reivindican de la IV? Por supuesto que las condiciones objetivas son muy importantes para determinar los períodos de ascenso y retroceso de las posiciones trotskistas. Pero una cosa es retroceder y otra desbarrancarse y disgregarse producto de la capitulación por distintas vías al régimen burgués, al imperialismo o a las direcciones burguesas-pequeñoburguesas del movimiento de masas. Esta situación, hemos dicho una y mil veces, se debe al revisionismo. Pero el revisionismo, que tiene raíces sociales, de clase, no es otra cosa que una ruptura con la teoría marxista, que tiene consecuencias programáticas. A veces abiertamente dirigido contra la teoría, a veces deslizándose furtivamente reivindicando ritualmente o formalmente la teoría, pero afectando el programa y la política de hecho, el revisionismo produjo el desastre de la IV. Por lo tanto la lucha por restablecer la teoría y el programa marxista, contra el revisionismo, es de fundamental importancia.  

El revisionismo hizo estragos y generó una profunda confusión que en mayor o menor grado nos afecta a todos. Al intentar avanzar en el reagrupamiento internacional debemos basarnos en los principios que surgen de la teoría sostenida por Marx, Lenin y Trotsky.   

A causa de la combinación de las derrotas y de la acción del revisionismo, la IV internacional dejó de existir como organización centralizada, y hoy sólo existen tendencias dispersas y enfrentadas que se reivindican de la IV Internacional.

Muchos compañeros honestos cansados de la burocracia y de los métodos de aparato de los partidos centristas que (en la actualidad) se reivindican trotskistas piden “garantías” contra la burocratización, pero para eso no hay ninguna “vacuna”. Sólo en la lucha cotidiana y día por día, podemos reafirmar el compromiso asumido al adoptar la militancia revolucionaria, de que lucharemos hasta el final para defender los principios del marxismo revolucionario, pero no podemos dar una garantía contra leyes que, se desenvuelven en la lucha de clases, pero tienen raíces en el proceso  histórico objetivo. 

«¿Qué garantía hay de que la nueva camada revolucionaria no correrá la misma suerte?» Los que exigen garantías de antemano deberían renunciar a la política revolucionaria. Las causas del derrumbe de la socialdemocracia y del comunismo oficial no deben buscarse en la teoría marxista ni en los defectos de quienes la aplicaron sino en las circunstancias concretas del proceso histórico. No se trata de la contraposición de principios abstractos sino de la lucha de fuerzas históricas vivas, con sus inevitables flujos y reflujos, con la degeneración de las organizaciones, con la desaparición de generaciones enteras y con la necesidad que ello supone de movilizar fuerzas nuevas en una nueva etapa histórica. Nadie se ha tomado la molestia de allanarle al proletariado el camino del alza revolucionaria. Es necesario avanzar con estancamientos y retrocesos inevitables, por un camino plagado de innumerables obstáculos y de la escoria del pasado. Los que se asustan ante esta perspectiva harán bien en hacerse a un lado.” (Es necesario construir partidos comunistas y una internacional nuevos, Trotsky, 1933)

La vigencia de la revolución bolchevique

Nosotros creemos que la revolución obrera y socialista es una necesidad presente y cada vez más urgente. Nos preparamos y nuestra tarea principal es preparar a la vanguardia con las enseñanzas de la Revolución de Octubre y con el legado teórico del marxismo revolucionario de Lenin y Trotsky, para cuando la fuerza de la necesidad vital se transforme, en la conciencia de la clase trabajadora de nuestra época, en un torbellino que reclame el avance inevitable hacia el socialismo.

No hay otro camino. La crisis del imperialismo capitalista -acrecentada en este 2020 por la Pandemia- que se arrastra desde hace ya más de una década, no encuentra salida por los medios económicos normales, ni siquiera aumentando la explotación de la clase trabajadora. Esto impulsa a la principal potencia imperialista a buscar imponer sus condiciones a los demás competidores por medio de la fuerza militar. La posibilidad de una nueva guerra mundial no es algo de ciencia ficción. Por lo tanto la alternativa vuelve a plantearse ante nosotros no para un futuro lejano, sino para el período próximo: Es socialismo o barbarie capitalista.

*el Programa del Frente Popular de enero de 1936 fue firmado por los partidos republicanos: Izquierda Republicana, Unión Republicana y el Partido Socialista, en representación del mismo y de la Unión General de Trabajadores; Federación Nacional de Juventudes Socialistas, Partido Comunista, Partido Sindicalista, Partido Obrero de Unificación Marxista.

Remo Dicasap

1 comentario en «A 103 años de la revolución Rusa»

  1. Compañeros, la indigencia en plantear que la burcracia toma las riendas del estado soviético, OCULTA que está burocracia es otra clase social,con otros objetivos, el proletariadonecedita la revolución mundial para avanzar en la entrega de las fuerzas productivas para que el estado se extinga, la pequeño burguesía necesita desarrollar las fuerzas productivas para dirigir la producción mercantil( capitalismo) y apropiarse del plusvalor ,que los convierte en millonarios y por ende transita hacia a restauración capitalista, fue la primer experiencia de la pequeño burguesía, aprovechando que el proletariado venció a la burguesía, al cambiar los objetivos proletarios , revolución mundial y desaparición del estado, jla revolución dejo de estar en el periodo de tránsito, es decir dejo de ser socialista por sus objetivos y dejo de ser estado obrero, paso a ser dirigido por la PEQUEÑA BURGUESÍA, que se encargó de aniquilar al proletariado revolucionario, comenzando a llevar adelante la política de conciliación de clases, Trotski fue un fenomenal revolucionario dentro del partido bolchevique con diferencias y acuerdos con Lenin, expulsado de la URSS no comprendió que el producto de la lucha, el estado socialista, al cambiar de contenido de clase en la conducción, aunque parecía lo mismo, era totalmente diferente, ni siquiera estado obrero ,,Stalin se encargó de que el marxismo leninismo fuera acallado, inclusive hasta hoy, por eso los p.c y el trotskismo son marginales cuando en esta crisis del capitalismo deberíamos ser millones, el desprestigio del stalinismo reivindicado marxista Leninista arrastró a todos los grupos que, para mantener la teoría viva, tendría que desenmascarar la apropiación de nuestra teoría

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