En el análisis del acto encabezado por CFK, los medios de prensa resaltaban que la “jefa” no había indicado quién sería el candidato único del peronismo a las próximas elecciones, o si por el contrario se habilitaría la competencia entre los distintos postulantes en el marco de las PASO.
Sin embargo, solo basta mirar la composición del palco para darse cuenta de cuál es la posición de la única e indiscutida dirigente del kirchnerismo. Para empezar, Alberto Fernández no estuvo invitado. Fue la vendetta de Cristina a las chicanas vertidas por el presidente unos días antes, que la ubicaban a CFK sólo como “compañera” de Néstor y restándole peso como dirigente indiscutida, remachando esa idea al decir que Cristina “no es Perón”. Tampoco estuvieron presentes los candidatos “albertistas” Scioli y Rossi, que se postulan y reclaman internas.
A CFK le vino bien, servido en bandeja para hacer concreta en situ su relato de las diferencias políticas que mantiene con el presidente, pero sin reconocer que se trató de un error suyo haberlo propuesto, indicando que hubiéramos estado mucho peor con un gobierno de Macri. Es decir, la jugada de gran estratega que le atribuían sus devotos, terminó apenas en el consuelo -especial para tontos- del mal menor.
La disposición de la primera fila del escenario fue por lo demás elocuente. A su derecha Kicillof y Magario, gobernador y vice de la provincia de Buenos Aires, en la que el kirchnerismo se juega su futuro político, con la renovación del mandato de Kicillof, que según dicen las encuestas es el candidato que más “retiene” el voto cristinista.
A la izquierda, su hijo Máximo, quizás candidato a primer diputado. A continuación, Wado de Pedro y Sergio Massa, los dos “nominados” CFK que podrían ser candidatos a la presidencia o a primer senador de la provincia. Todo dependerá de cómo le vaya en este mes a Massa, con las gestiones que va a realizar en su viaje a China y posteriormente a EE-UU para cerrar las negociaciones con el FMI para la “reformulación” del acuerdo cuyas principales metas ya fueron incumplidas.
Del acto, ambos potenciales candidatos salieron como una parejita de tórtolos. Se fotografiaron juntos en el acto de inauguración de un “tren turístico”, y allí Wado le cedió espontáneamente la palabra al “compañero Sergio”. A continuación, se publicaron fotos previas al viaje de Massa y Máximo a China, en las que no se escatiman sonrisas y abrazos. Queda como otra anécdota del contorsionante peronismo, ahora en su versión kirchnerista, los cantitos de La Cámpora dedicados a “los traidores que se van con Massa”, así como las volteretas impúdicas del dirigente del Frente Renovador que decía que si CFK no tuviera fueros debería estar presa por corrupta.
Está claro, entonces que CFK no quiere dirimir candidaturas en las internas, haciendo valer su poder como jefa real del movimiento, de aplicar el dedo para las designaciones. Según le vaya a Massa y según se desarrollen los acontecimientos políticos y sociales, el próximo candidato estará entre Massa (sin internas), o con Wado de Pedro (con internas), si es que la situación social sigue haciendo posible el tránsito relativamente normal hacia las elecciones. Y con CFK, que no contestó a los reclamos de la militancia, dispuesta a asumir la presidencia “por el bien de la Patria” en caso de “caos social”, como consecuencia de una devaluación forzada.
Políticamente, no hubo nada que haya sido interesante del discurso de Cristina, salvo sus acostumbradas reversiones de la historia, que transformada en relato se choca con la cruda realidad. Como por ejemplo, cuando dijo que cuando Kirchner asumió la presidencia, YPF estaba privatizada, omitiendo que tanto ella como Néstor apoyaron a Menem en esa privatización, a cambio del envío de 480.000.000 de U$S y el pago de una parte en la licitación de las áreas a explotar.
Ubicó el pago de la deuda “taca, taca” al FMI, en común acuerdo con Lula, como si hubiera sido un hito del gobierno nacional y popular de Néstor. Y una vez más confesó que “se la llevan toda”, en este caso la plata de la extracción del Litio, como si ella fuera una espectadora más sin ningún poder político para actuar.
Tras el acto, varios dirigentes kirchneristas resaltaron que, en su discurso, CFK dio las directivas para un programa de gobierno. ¿Qué dijo?
Que tenemos que conseguir que sea dejada de lado voluntariamente la receta del FMI y “nos permita” desarrollar un programa propio de crecimiento e industrialización, y que el pago de la deuda se pueda hacer en base a un porcentaje de las exportaciones. Pensar que el FMI vaya a renunciar voluntariamente a sus imposiciones para cobrar la deuda sería propio de una persona ingenua. Pero CFK no tiene nada de eso. Por lo que solo cabe pensar que trata de vendernos espejitos de colores.
Luego agregó que ese programa de pagar la deuda en base al crecimiento se puede hacer, “porque lo hicimos durante 12 años y medio”. Pero se olvida que el período de recuperación vino después de la gran devaluación durante el gobierno de Duhalde y tuvo una situación extremadamente favorable en el plano internacional, el llamado “viento de cola”. Lo que no explica es porque en los últimos tres años de su segundo mandato la economía se estancó y terminó con un 30% de pobreza.
También propuso “una alianza entre lo público y lo privado” en las actividades que más “retorno” producen, en referencia a lo que llamó recursos estratégicos, como Vaca Muerta, el litio, las tierras raras. Y como ejemplo dijo, dirigiéndose al capital internacional privado: “No digo que hagan acá los autos eléctricos, pero por lo menos una parte de la batería hacela acá “hermano” …si te la estas llevando toda”. Esta línea es la que vino a reafirmar la General Laura Richardson en sus seguidas visitas a la Argentina, cuando planteó que esos recursos son de vital interés para EE-UU. Junto con la mención de alcanzar un pacto democrático, es la versión adornada con cotillón K de la misma política propiciada desde la embajada norteamericana. En ese pacto incluyó la reforma de la Corte Suprema, junto con reclamar que no hace falta llegar a la liquidación del adversario, considerándolo un enemigo, que con ganarle es suficiente. Es decir, lo que CFK le está diciendo a la oposición es que hay que buscar un acuerdo negociado que le garantice su impunidad y la continuidad de su existencia política a cambio ser garante de la paz social y la sostenibilidad del ajuste, en el marco del regimen capitalista que ambos defienden.
La primera pregunta básica que podríamos hacer, ante esta propuesta de los ejes de un “programa de gobierno”, es por qué no aplicó este programa que propone para las elecciones durante su gobierno, en el que, aunque formalmente no tuvo la “lapicera”, es indudable que ocupó un lugar central siendo la vicepresidente, y la primera electora, ya que ella lo puso no solo a Alberto sino también a Massa.
El programa que necesitamos los trabajadores
La segunda pregunta que debemos hacernos los trabajadores, sobre todo aquellos que todavía puedan tener alguna expectativa en CFK es si este programa que propone es favorable a nuestros intereses o no.
Hay que destacar que habló de aumentar el PBI y de pagar la deuda, pero no dijo cómo podremos los trabajadores salir de la pobreza. El acuerdo entre lo público (El Estado) y lo privado (capital internacional) para explotar los “recursos” es lo que ya está ocurriendo, por ejemplo, en Vaca Muerta y en Jujuy con el litio. Pero las ganancias se la lleva el capital privado y el Estado juega para que eso ocurra. La riqueza creada por nuestro trabajo se la llevan los empresarios imperialistas que dejan muy poco para el Estado en concepto de impuestos, y lo único que “derrama” para el conjunto de la población es la contaminación ambiental. “Ponerles carita fea” como dijo CFK, para obligarlos a “distribuir el ingreso”, o apelar al espíritu cristiano de los empresarios para que aumenten los salarios, nunca ha sido suficiente.
A los empresarios, sean locales o extranjeros no se los puede “convencer” de que cedan sus ganancias voluntariamente, hay que expropiarlos. Pero no solo para “distribuir” o para tener mejores salarios, sino para reorganizar la economía sobre nuevas bases sociales. Ahora, con la economía organizada sobre bases capitalistas, si los empresarios que son los dueños del capital y los medios de producción (fábricas, tierras, etc.) consideran que no van a obtener un “retorno” (ganancias) suficiente, no invierten y sobreviene una crisis. Bajo el capitalismo los trabajadores solo producimos para mantener y aumentar las ganancias capitalistas.
Con los medios de producción en manos de un Estado Obrero, es decir, en manos de los trabajadores, en nuestras manos, la producción se organizaría en función de las necesidades de la mayoría trabajadora de la población y en base a un plan para que la economía crezca, pero no como es ahora para aumentar las ganancias de un puñado de capitalistas, sino para aumentar el bienestar social de nuestras familias. Al no estar regida la economía por la sed de ganancias capitalistas, el trabajo se repartiría entre todas las “manos” disponibles y en lugar de trabajar muchas horas algunos y otros nada (o en changas para sobrevivir), se repartirían las horas de trabajo para que todos trabajemos en jornadas más cortas, con un salario que cubra la canasta familiar total que ya superó los $350 mil.
Tampoco se puede “convencer” al FMI que “nos permita” otro programa para pagar la deuda. Llamar a la unidad nacional para eso es un cuento chino ¿Con quienes sería esa unidad, con Macri, Bullrich, Larreta, Milei…? Pero además con la sangría de la deuda, en un cuadro de decadencia y crisis general del capitalismo no puede haber ningún plan que beneficie a los trabajadores. Para esto hace falta no solo desconocer la deuda sino expropiar a la burguesía y al imperialismo. No hay otra posibilidad.
Nos dirán que eso implica una lucha muy dura. Y sí, así es. Es muy grande la crisis y muy dura será la lucha para salir de esta situación. Lo que hace falta es una revolución que imponga un gobierno de trabajadores y establezca un Estado Obrero, que luche desde el primer día por extender esa revolución a toda Latinoamérica y el mundo.
Para “Cristina” el único sistema eficiente es el capitalismo. Dijo eso sin ponerse colorada, cuando su “capitalismo nacional y popular” se destaca por su eficiencia para producir pobres, llegando a la increíble e histórica cifra de una pobreza que afecta al 40% de los trabajadores. Mientras que, a nivel internacional, el capitalismo imperialista se sumerge en la crisis general y tras la guerra en Ucrania se apresta a desatar una nueva guerra, la tercera guerra mundial, de consecuencias inimaginables para el conjunto de la humanidad. No es que “Cistina” no sepa todo esto, pero habla y actúa según sus intereses y los de su clase, como lo que ella misma reconoció que es; una burguesa.
El único sistema que será eficiente para los trabajadores, será el SOCIALISMO. Y para eso es que hace falta organizarnos en un Partido de Trabajadores que luche por la revolución socialista en nuestro país y a nivel Internacional.
A.B. 30/5/23