Estamos escribiendo esta nota, a dos meses de comenzado el levantamiento popular en Colombia.
El Comando Nacional del Paro (CNP) integrado por tres centrales sindicales (CUT, CGT y CTC), la Federación Docente (Fecode), estudiantes universitarios, organizaciones de campesinos e indígenas, convocó al paro del 28 de abril esperando circunscribir la protesta a una manifestación de un día, pero fue totalmente rebasado por la movilización popular que se levantó contra el gobierno de Iván Duque. La reforma tributaria que pretendía imponer el gobierno fue solo la gota que rebalsó el vaso. El levantamiento popular expresó el hartazgo de los trabajadores y el pueblo con una situación intolerable de miseria creciente sin ninguna perspectiva. Por eso cuando Duque decidió retirar el proyecto de ley, no fue suficiente para desmantelar la protesta generalizada del pueblo colombiano, como explicamos en la nota anterior publicada el 6 de mayo (Colombia: “El pueblo en la calle quiere mucho más que el retiro de la tributaria” ¡¡Viva el levantamiento popular!! ¡Abajo el gobierno de Duque! ¡Por un gobierno obrero y popular!).
Los principales dirigentes del CNP son burócratas sindicales o dirigentes “sociales” que adhieren políticamente a los partidos burgueses de la oposición, y pequeñoburgueses reformistas y nacionalistas-populistas (*). En las últimas reuniones con el gobierno, el CNP se ha limitado a reclamar una garantía de que no se van a reprimir las “manifestaciones pacíficas”. A lo que Duque contrapuso la exigencia del levantamiento de los bloqueos, algo que el CNP no puede conceder ya que no está en sus manos hacerlo, porque no dirige esos bloqueos y, en consecuencia, ante su impotencia, se retiró de las reuniones, las cuales entraron en un impasse.
Al no tener una palanca burocrática para apoyar su política de desmovilizar y levantar los bloqueos, el gobierno desplegó las fuerzas armadas. Ante la presión armada de los militares, a punta de fusil varios bloqueos fueron siendo levantados.
Sin embargo, durante la movilización se fue dando un proceso de organización desde la base. Lo más conocido son los jóvenes de la primera línea, que enfrentan con escudos y piedras la represión tratando de proteger al resto de los manifestantes, y de evitar ser desalojados de los bloqueos. A ellos se sumaron también las mamás de la primera línea, lo que es indudablemente un apoyo moral muy importante.
Pero, en particular donde se mantuvieron y garantizaron los bloqueos, hubo un proceso de organización en asambleas populares por zonas.
Para centralizar todas esas organizaciones que fueron surgiendo desde la base del movimiento, fue convocada una Asamblea Nacional Popular (ANP). La convocatoria fue hecha por el Congreso de los Pueblos, un movimiento “político-social popular” que se opone al capitalismo neoliberal, proponiendo una especie “estado de bienestar”, en donde paralelamente a la economía capitalista, el pueblo trabajador sobreviva en una “economía popular” o “comunitaria” precapitalista, asistida por el estado, a la que llaman “del buen vivir”.
Esta ANP, que se reunió los días 6, 7 y 8 de junio, pero solo dio como resultado una declaración y la convocatoria a una próxima reunión…pero a los 40 días, sin haber elegido un comité ejecutivo que actuara como dirección cotidiana, sin haber votado un objetivo preciso, más que mantener los bloqueos, sin especificar siquiera como cumplir esta tarea frente al despliegue militar. Esta política se enmarca en la línea de “resistir”, es decir de mantener las protestas hasta las próximas elecciones para favorecer el triunfo de la oposición burguesa “de izquierda” encabezada por Gustavo Petro.
En este marco, el día 15 de junio, la CNP llamó directamente a levantar las movilizaciones. Esta directiva por supuesto que no fue acatada por la juventud obrera y popular que sostiene los bloqueos, pero es indudablemente un golpe que los debilita, y los ha ido raleando, transformando la movilización multitudinaria de días anteriores en una “resistencia” de los sectores de vanguardia.
Por otra parte, llegó a Colombia la Comisión Interamericana de DDHH, una vez autorizado su ingreso, luego de ser demorado muchos días en los que el gobierno aprovechó para reprimir violentamente y, sobre todo en las noches, para secuestrar y asesinar activistas. La comisión fue recibida con esperanza y entusiasmo. Pero su función sólo se limita a denunciar los “excesos” de la represión (más 74 víctimas mortales, 20 de ellas –por lo menos- por disparos de la Policía), y no a impedir que el gobierno siga reprimiendo.
Tras la CIDH, llegó también este jueves, el enviado especial de la Unión Europea (UE) para la paz en Colombia, Eamon Gilmore, en cuya primera declaración expresó la “preocupación” que hay en Europa por la muerte de manifestantes durante la oleada de protestas que empezó en el país en abril pasado.
Esta intervención de la CIDH y del enviado del imperialismo europeo, que despiertan confianza y expectativas en la población, está destinada a actuar como una mediación para terminar desmovilizar totalmente y aislar a los “violentos”, poniendo fin al proceso al levantamiento iniciado el 28 de abril.
Nuevamente, como en Ecuador, en Bolivia y en Chile el pueblo trabajador ha demostrado su valentía y coraje para enfrentarse al poder de la burguesía, arriesgando sus vidas. El gobierno de Duque les hizo pagar bien caro la retirada de los proyectos de reforma tributaria y de salud, no solo con la vida de 74 manifestantes asesinados, sino también con 1.250 heridos, 1.700 presos, decenas de compañeras violadas, más de medio centenar afectados en sus ojos y más de 100 desaparecidos-rehenes en manos del aparato represivo.
Con las movilizaciones masivas de las primeras semanas y los bloqueos de la juventud obrera y popular, se impuso una huelga general de hecho. Incluso aunque en las fábricas los obreros fueran impotentes para garantizarla.
Pero fueron traicionados por sus dirigentes, en particular por el CNP. Y ahora son llevados a la vía muerta de una “resistencia” desgastante por el Congreso de los Pueblos. Ante la permanente represión del gobierno, los bloqueos se han ido replegando a los barrios, y los miércoles, una vez por semana están convocadas movilizaciones defensivas que reclaman el fin de la represión. Es decir, el levantamiento popular ya fue derrotado y sus últimas manifestaciones, protagonizadas más bien por una vanguardia de la juventud obrera y popular está en retroceso.
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“La huelga general, como lo saben todos los marxistas, es uno de los medios de lucha más revolucionarios. La huelga general no se hace posible más que cuando la lucha de clases se eleva por encima de todas las exigencias particulares y corporativas, se extiende a travésde todos los compartimentos de profesiones y barrios, borra las fronteras entre los sindicatos y los partidos, entre la legalidad y la ilegalidad y moviliza a la mayoría del proletariado, oponiéndola activamente a la burguesía y al Estado. Por encima de la huelga general, no puede haber sino la insurrección armada. Toda la historiadel movimiento obrero testimonia que toda huelga general, cualesquiera que sean las consignas bajo las cuales haya aparecido, tiene una tendencia interna a transformarse en conflicto revolucionario declarado, en lucha directa pon el poder. En otras palabras: la huelga general no es posible más que en condiciones de extrema tensión política y es por eso que siempre es expresión indiscutible del carácter revolucionario de la situación.
… La importancia fundamental de la huelga general, independientemente de los éxitos parciales que puede lograr (pero que también puede no lograr), radica en el hecho de que plantea la cuestión del poder de un modo revolucionario. Paralizando las fábricas, los transportes, todos los medios de comunicación en general, las centrales eléctricas, etc., el proletariado paraliza así no solo la producción sino también al gobierno. El poder del Estado queda suspendido en el aire. Debe, ya sea domar al proletariado mediante el hambre y la fuerza obligándolo a poner de nuevo en movimiento la maquinaria estatal burguesa, ya sea retroceder ante el proletariado.
Cualesquiera que sean las consignas y el motivo por los cuales haya surgido la huelga general, si ésta abarca realmente a las masas y si esas masas están decididas a luchar, la huelga general plantea inevitablemente ante todas las clases de la nación la pregunta: ¿quién va a ser el dueño de la casa?
Los jefes del proletariado deben comprender esta lógica interna de la huelga general; de lo contrario, no son jefes sino diletantes y aventureros. Políticamente, esto significa: los jefes están obligados a plantear al proletariado el problema de la conquista revolucionaria del poder. En caso contrario, no deben aventurarse a hablar de huelga general. Pero renunciando a la huelga general, renuncian por ello mismo a toda lucha revolucionaria, es decir, abandonan el proletariado al fascismo.
O la capitulación completa o la lucha revolucionaria por el poder. Tal es la alternativa que surge de todas las condiciones de la crisis actual. Quien no haya comprendido esta alternativa, nada tiene que hacer en el campo del proletariado”. (L Trotsky, ¿Adónde va Francia?).
De la burocracia sindical que dirige el CNP, parte orgánica de los partidos burgueses, no se podía esperar otra cosa que una capitulación sin lucha, una traición. Pero los que se postulan como aspirantes a ser la dirección revolucionaria del proletariado, tampoco demostraron en los hechos estar a la atura de esa aspiración.
El PST de Colombia, sección de la LIT-CI, uno de los más partidos trotskistas más veteranos de esa organización (**), el único que conocemos que se reivindica trotskista en Colombia, levantó como objetivo de la movilización la convocatoria de una Asamblea Constituyente.
Al no relacionar esta convocatoria con la caída del régimen de Duque, es decir, con su derrocamiento, y no plantear que esa Asamblea Constituyente, para que estuviera al servicio de las necesidades del pueblo, debía ser convocada por un gobierno obrero y popular, el PST desbarrancó como todos los centristas. En lugar de un programa que apuntara a resolver la cuestión del poder, limitó los objetivos de la huelga general a una simple presión sobre el gobierno para obligarlo a convocar a una Asamblea Constituyente que actuara dentro de los límites del régimen burgués, para conseguir reformas toleradas por la burguesía, al estilo Chile.
El PST de Colombia (LIT-CI), así como el PRT de Chile (FT-CI), se suman a los partidos trotskistas que de palabra no han abandonado como “estrategia” la lucha por la revolución socialista, pero ante los levantamientos obreros y populares que cuestionan el poder burgués desenvuelven un programa reformista.
Tanto los levantamientos obreros y populares, como las tensiones que se agravan en el plano internacional ante la crisis sin salida de la economía capitalista, plantean con urgencia la necesidad de construir partidos marxistas revolucionarios, como secciones de una internacional obrera revolucionaria.
Antonio Bórmida 28/6/21
*) Coalición de la Esperanza (Dignidad + Alianza Verde) encabezada por el senador y candidato presidencial Jorge Robledo y al Partido Liberal, Partido Comunista, Marcha Patriótica, Movimiento por una Constituyente Popular, Unir, etc.
**) Este partido fue ganado directamente para esa corriente internacional antes de los 80’ por Nahuel Moreno, cuando eran Bloque Socialista. Luego rompió con la LIT en el 93’ junto con otros grupos constituyendo el CITO, que entró en crisis y se disolvió reingresando varios de sus integrantes nuevamente a la LIT en los primeros años de ese milenio.