El 24 de marzo fuimos cientos de miles los que marchamos. Más allá de la identificación o simpatía de cada persona hacia determinada corriente política, las marchas se caracterizaron por el repudio generalizado hacia el gobierno de Milei, su negacionismo de los 30 mil desaparecidos, la teoría de los dos demonios, su reivindicación de los genocidas, su carácter netamente represivo contra jubilados o cualquier trabajador, y otras provocaciones como eliminar un homenaje a Osvaldo Bayer o tapar los pañuelos de las abuelas en la plaza de mayo, por mencionar algunas.
Fue una fuerza unificada en oposición al gobierno, necesaria para demostrar que hay resistencia. Sin embargo, también es importante desenmascarar a aquellos que usan y abusan de la palabra democracia pero que en realidad esconden tras ella su propio oportunismo político.
Las fuerzas represivas también son instituciones de la democracia burguesa:
La democracia no es un ideal imponderable sino un régimen político, y como tal, tiene su historia y sus instituciones. Para remontarnos sólo hasta su último retorno, la democracia no se instauró en una lucha a muerte con los dictadores, sino en un pacto, obediencia debida y punto final, con el indulto a los genocidas. Cuando asume Néstor Kirchner se procesa a un porcentaje ínfimo de los militares implicados en crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, suficiente para que anuncie con bombos y platillos que hay “nuevas” fuerzas armadas, con el fin de reconciliar a la población con los militares, la foto de Hebe de Bonafini con el genocida Milani como nuevo jefe del Ejército es el símbolo nefasto de esa política.
Este reciclamiento de las fuerzas armadas es lo más importante, el capitalismo es una sociedad de explotación, para mantener dominados a los explotados puede haber o no parlamento, pero lo que no puede faltar es fuerzas armadas, que el marxismo con mucha precisión llama fuerzas represivas del Estado porque solo para reprimir es cuando despliegan todo su poderío. Que nadie se olvide que toda democracia capitalista tiene su brazo represivo, y en Argentina ese brazo que Milei está usando fue revitalizado, financiado y entrenado (y utilizado) por los gobiernos kirchneristas. De hecho, fueron quienes incorporaron a gendarmería como baluarte de las funciones represivas.
En otras palabras, los propios gobiernos democráticos levantan y sostienen a las instituciones que pueden dar un golpe de Estado e instaurar una dictadura ¿Cómo puede ser? ¿No es una contradicción fatal? Lo es, si pensamos en democracia y en dictadura en sentido abstracto, pero como regímenes del capitalismo su función es por sobre todas las cosas proteger la propiedad privada de los grandes medios de producción, las empresas grandes, los latifundios, las mineras y petroleras transnacionales, etc, y eso implica reprimir al pueblo trabajador.
Otras instituciones de la democracia burguesa
Entonces, las fuerzas represivas son la principal institución del capitalismo, también en democracia. Pero se combina con otras, que los demócratas burgueses, kirchneristas, otras variantes peronistas, radicales, etc, nos venden como la panacea de la democracia, por ej el voto y el parlamento.
Con el voto nos clavan por 4 años después de que las promesas electorales resultan ser puras mentiras, ni modo, “hay que esperar” a nuevas elecciones, es decir a la renovación de la farsa electoral. Eso nos dice por ejemplo el kirchnerismo, porque como son muy democráticos, respetan el voto. En el mientras tanto que nos repriman y nos maten de hambre. En realidad nos obligan a elegir entre representantes de la burguesía porque las campañas requieren millones de dólares, y en el ballotage entre dos opciones que todos reconocen como dos males, pero conservando la sensatez democrática nos llaman a elegir el menor de ellos. Así es como decenas de millones de trabajadores fuimos obligados a elegir entre Scioli y Macri, entre Macri y Fernandez, y entre Massa y Milei todos burgueses o representantes de confianza de la gran burguesía. Ese es el voto “democrático”.
El parlamento se mostró muy agitado con la ley bases, pero solo porque habían intereses que chocaban entre facciones de la burguesía, una vez resueltos, se aprobó. Un partido con una notable minoría de parlamentarios logró justo los votos para aprobar la ley más anti obrera en décadas. El Parlamento desvelo su esencia, la mancomunion de los partidos burgueses contra los trabajadores. La casta salvo a Milei.
En tiempos de crisis capitalista no hay lugar para reformas y leyes a favor de los trabajadores, que nadie nos engañe con que el parlamento pueda resolver la situación. Cuando la crisis se agrava esta “honorable” Institución, generosamente se vuelve un actor de reparto, otorgándole facultades extraordinarias al ejecutivo, dejando correr los DNU que garantizan gobernabilidad, es decir, una aplicación inmediata del ajuste y motosierra (DNU 70/2023), y cuando los trata esos decretos tienen más entidad que el propio Parlamento (se necesitan las dos cámaras para rechazarlos y una sola para aprobarlos, ej acuerdo con el FMI), y si acaso sancionara algo inconveniente para el gobierno está el veto presidencial para reducir toda la charlatanería de esta Institución a la más completa impotencia.
Los “democráticos” kirchneristas son cómplices del “fascista” Milei
El kirchnerismo llamaba a votar a Massa contra Milei, como no pudo decir nada bueno de Massa atemorizaba a los votantes con que Milei es fascista. Luego crea el eslogan “Milei basura vos sos la dictadura”. Pero apenas asumió, tanto Cristina como Grabois, llamaron a darle gobernabilidad a Milei, en ninguna de las leyes que aprobó o recortes brutales, despidos, movilizaron a sus bases y organizaciones, nunca. ¿Cómo es que a un fascista se le da gobernabilidad? Y después cuando aplica la motosierra en salud, educación, a los jubilados, dicen “sabíamos que iba a hacer esto”. Si sabían y le dejaron aplicar su plan de gobierno entonces son cómplices, lisa y llanamente.
Lo cierto es que la basura de Milei es la democracia, es decir, la democracia tal como es actualmente en Argentina, amparado en el voto que lo llevo al poder y en el parlamento que le permite aplicar su plan de gobierno. En la complicidad de las burocracias obreras (mayoritariamente kirchneristas) que mantienen atenazados a los trabajadores, y que convocan a una huelga de 24hs cada tanto para descomprimir el descontento. Y además, en instituciones tan poco democráticas como las fuerzas represivas, y prácticas como los DNU y el veto presidencial.
Recordemos que cuando Milei vetó el mísero aumento que el parlamento le había dado a los jubilados Máximo Kirchner instó a “dejar de chillar contra el veto porque es una facultad democrática del presidente”. Así es como Máximo protege a la democracia, a favor de un presidente que considera fascista y en contra de los jubilados.
¿Qué defendemos de la democracia?
Como se ve el contenido de la democracia puede ser muy amplio, nosotros no defendemos las instituciones democráticas de la burguesía, no nos inclinamos ante el voto ni el parlamento, si tienen vigencia es porque sirven para someternos, cuando ya no sirven a sus intereses la burguesía los tira a la basura sin ningún prejuicio, lo ha hecho siempre y lo va a seguir haciendo, el rol de los demócratas burgueses es tratar de convencer a la burguesía de que ellos son capaces de imponer el brutal ajuste por medios democráticos, sin necesidad de una dictadura. Así es como defienden la democracia. Es vital comprender que los prejuicios democráticos son solo propaganda para infectar la conciencia de los trabajadores. Cierto que debemos utilizar esas instituciones, pero para desvelar su carácter, no para contribuir al engaño.
¿Pero entonces que defendemos de la democracia? Los derechos formales de los trabajadores, libertad de reunión, de prensa, de organización, de protesta y de huelga. Y los órganos que hemos construido para realizar esos derechos con mayor amplitud, sindicatos, clubes, comedores, imprentas, páginas de internet y prensa en general. En una palabra lo que defendemos son todos aquellos espacios y herramientas que hemos creado para tomar por nuestra cuenta lo que el estado burgués nos regatea o nos niega. Esos espacios son gérmenes de poder del futuro Estado obrero. Cierto que el Estado burgués los copta y nos impone sus burócratas, barrer esa escoria también es parte de la tarea. Los políticos burgueses en cambio acusan a sus propios socios burócratas para condenar con ello a nuestras organizaciones. No debemos caer en esa trampa.
¿Cuál es la dinámica real del tránsito de la dictadura a la democracia o viceversa?
Es común el pensamiento del evolucionismo vulgar, que cree que superada una dictadura nuestras sociedades se volverían progresivamente más democráticas, mas civilizadas. De ahí esas frases como “en pleno siglo XXI no puede pasar esto” o creer que basta con la memoria y con decir en voz alta “nunca más” ó “hay que saber a quién votar”. En realidad sucede que cuando golpea la crisis, que en este caso es mundial y es un hecho inevitable del capitalismo, los gobiernos –sean cuales sean- la descargan sobre los trabajadores, y resulta que éstos no son muy propensos a aceptar esta política de buena gana y cuando protestan hay palo (y balas). Se trata de la lucha de clases, y sus resultados dependerán de sus fuerzas relativas y sobre todo de su organización.
Mientras dura la ilusión en el voto, en el parlamento, la manipulación de los medios, mezclado con la burocracia sindical que ahoga las protestas y la represión que las acalla, es un combo suficiente para mantener el orden burgués en cauces “democráticos”.
Pero cuando la burocracia es desbordada por las masas, cuando la clase trabajadora está cada vez más dispuesta a manifestarse y enfrentar la represión, cuando se hace consciente del engaño del voto y crea organismos de poder propios, la sociedad democrática entra en crisis, la lucha de clases se agudiza, y el capital ya no puede tolerar siquiera la libertad de reunión, de organización y de protesta.
En esos momentos cruciales de la historia, los trabajadores no están ante la alternativa de defender a la democracia o caer en una dictadura, porque en ese contexto toda ilusión en cadáveres democráticos como el parlamento o la Asamblea Constituyente, es tiempo precioso que gana la burguesía para poder aplastarnos. Llegado a ese punto, debemos hacer la revolución para instaurar un régimen propio, un régimen obrero que expropie al gran capital.
La dictadura del proletariado
La prensa de la izquierda agrupada en el FITu así como ha dejado de hablar de expropiaciones ya no menciona la dictadura del proletariado, no vaya a ser que la palabra dictadura le espante votos. La dictadura del proletariado, democracia ampliada para la inmensa mayoría, no se hace en virtud de la libertad y la democracia sino para someter a los explotadores que intentan retomar el poder por cualquier medio, donde los medios democráticos ocupan el último de los lugares.
Pero no es casual que los mismos que renuncian al uso de un término que es irremplazable por lo preciso e inequívoco que es, sean los que contribuyen a sostener la ilusión de las masas hacia el voto y el parlamento, es decir hacia las principales instituciones democráticas de la burguesía. No es casual, porque la dictadura del proletariado significa que las clases trabajadoras no podremos tener un gobierno propio e imponer condiciones si no es a través de una revolución que expropie a la gran burguesía y acabe con el aparato político burgués, incluido el voto, el parlamento y la AC, y los reemplace por órganos de poder obreros democráticos, donde nuestra participación política no será elegir una vez cada cuatro años entre representantes del capital, sino todos los días, evaluando a los representantes que pueden ser revocados en cada momento, obligados a rendir cuentas ante nosotros cara a cara. Es una democracia obrera, directa, de mucho mayor calibre que la actual que nos venden como un principio sagrado todos los comerciantes de la palabra, todo el arco burgués y también, desde el flanco izquierdo del régimen, los partidos del FITu.
Joaco, 9/4/25